viernes, 5 de febrero de 2010

FÓRMULA MARAVILLOSA PARA LUCIR MANOS ATERCIOPALADAS...


2 yemas de huevo
2 cucharadas de aceite de oliva (grande)
30 gramos de agua de rosas
8 gramos de tintura de benjuí
10 gotas de jugo de limón

Con esta fórmula se prepara una excelente crema para las manos. Procediendo en la siguiente forma: Se baten las yemas con el aceite y se le añaden después los otros ingredientes, como si se preparara una mayonesa.

Se aplica utilizando un cepillito suave y unos guantes de tela viejos en lo que se pondrá la crema y se dejarán en las manos durante toda la noche.


Con este preparado hasta las manos más ásperas, arrugadas y negruzcas rejuvenecen y adquieren el matiz fino de los primeros años. Si el trabajo que pesa sobre el ama de casa no es mucho, refiriéndonos a la necesidad de tocar agua, grasas, polvo, bastará con hacer la aplicación tres veces por semana hasta poner las manos suaves.

1 comentario:

  1. Aristóteles decía que la mano era el instrumento de los instrumentos. La parte más útil del cuerpo, instrumento del cerebro, de una estructura perfectamente adaptada a sus diferentes funciones.

    Las manos son además la tarjeta de presentación de cualquier persona. La cara se maquilla, el pelo se moldea, pero las manos son el testigo directo no sólo de la edad sino del tipo de vida que uno hace. Con las manos no se puede disimular en un momento. Si no son bien tratadas permanentemente siempre lo demostrarán.

    Las manos pueden mostrar un aspecto cansado, envejecido, desaliñado si no se les protege del uso y desgaste diario y las uñas pueden ser una zona desastrosa si no reciben la atención necesaria.


    La piel de las manos es muy sensible. Están expuestas a las agresiones externas e internas, lo que explica que el paso de los años se deje ver. En la palma, presenta una estructura fina y casi desprovista de glándulas sebáceas.

    Igual que el rostro, es la parte del cuerpo más expuesta a las agresiones del medio ambiente.

    Además, las manos tienen que soportar el ataque casi permanente de detergentes y agua, así como roces diarios. En definitiva, es una de las partes más descuidadas y desprotegidas del cuerpo.

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